miércoles, 30 de octubre de 2013

Segundo artículo de Julio Boltvinik



Tomado del periódico La Jornada el viernes 25 de octubre de 2013
Economía Moral
Gandhi, Fromm y Marx, tener y ser, exo y endodesarrollo humano
Reflexiones estimuladas por la revista Fulcrum de la escuela Lancaster
Julio Boltvinik
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Fulcrum N° 21, p. 80. Se reproduce con permiso de la escuela Lancaster AC


En el N° 21 de la revista Fulcrum (escuela Lancaster AC), dedicado a Pobreza y Política Social (que puedes ver y bajar), que empecé a reseñar en la entrega del 18/10/13, hay un artículo de Bárbara Vázquez, pintora, mamá de dos estudiantes de dicha escuela, que cita a Mahatma Gandhi. Al finalizar dicha entrega cité dos frases de Gandhi sin decir que eran de él para picar la curiosidad del lector. Vienen del siguiente párrafo (que abren y cierran):

Que los deseos se reduzcan a las necesidades. El trabajo manual pronto podrá satisfacerlas y entonces el hombre se encontrará libre. El bien sólo puede venir de hombres libres, libres de deudas y deseos. Que el trabajo de tus manos sea una señal de conocimiento y un homenaje a la condición humana. Que el hombre sea siempre más grande que lo que hace, más precioso que lo que tiene. Suprimamos la miseria, cultivemos la pobreza. (Mahatma Gandhi, Ixtus, 1988, citado por Vásquez en Fulcrum, N° 21, p.81).

Estas ideas hacen pensar a fondo; se relacionan con la tensión entre exo-desarrollo y endo-desarrollo humanos. Somos una especie que se hizo a sí misma como especie diferente (aprovechando la postura erecta, la marcha bípeda que libera las extremidades superiores para lanzar y manipular objetos, y el acrecentado tamaño del cerebro) al fabricar de manera sistemática cada vez más y más variadas herramientas. El animal que fabrica herramientas, como le llamó Benjamín Franklin al género Homo, se convirtió en una especie que, sobre todo en Occidente y con el capitalismo, desarrolló al máximo la tecnología y la ciencia que la sustenta, a expensas del desarrollo interno de los seres humanos. No sólo produjimos más y más modernas herramientas sino también muchos más (y más diversos) bienes, que tenemos que consumir para que la maquinaria siga funcionando. Como Homo faber, nos convertimos en apéndices de los procesos de producción automáticos (la forma contemporánea de las herramientas), en medios, de los cuales sólo importa su funcionalidad instrumental; como Homo consumens nos volvimos engullidores insaciables de bienes; en ambas dimensiones resulta irrelevante el desarrollo interno de nuestros sentidos, emociones, espiritualidad, y de nuestros conocimientos y capacidades no instrumentales (para el capitalismo), como las artísticas. En su utopía pre-moderna (si concebimos la modernidad justo como la superación de la dependencia en el trabajo manual y la energía humanas), Gandhi percibe con toda claridad cómo la satisfacción de las necesidades (a las que considera estáticas) es condición necesaria de la libertad, y a ésta que podríamos llamar libertad de necesidades añade la libertad de deseos. En la India oí la frase, atribuida a Buda: los deseos son la causa de todos los sufrimientos humanos. Esta frase y las ideas de Gandhi reflejan la visión de Oriente, menos obsesionada por el exodesarrollo que Occidente. La tensión entre exodesarrollo y endo-desarrollo es en parte una tensión entre Occidente y Oriente.

Erich Fromm analiza, críticamente, la visión occidental (industrial-capitalista) del progreso que se centra en el exo-desarrollo:

“La Gran Promesa de Progreso Ilimitado –la promesa de la dominación de la naturaleza, de la abundancia material, de la máxima felicidad para el máximo número de personas, y de libertad personal irrestricta– sostuvo la esperanza y la fe de las generaciones desde el comienzo de la era industrial…La trinidad de producción ilimitada, libertad absoluta y libertad irrestricta formó el núcleo de una nueva religión, el Progreso…[pero] la era industrial ha fallado en cumplir su Gran Promesa, y un número creciente de personas se han percatado que la satisfacción irrestricta de todos los deseos no lleva al bien-estar ni es el camino a la felicidad” (To have or to be? Harper and Row, Nueva York, pp.1-2).

Fromm señala que en sentido opuesto a los valores dominantes en nuestra sociedad, en la cual la esencia misma del ser es tener, y donde si uno no tiene nada no es nada, Buda enseñó que para llegar al más alto estadio del desarrollo humano, no debemos apetecer posesiones. Master Eckhart enseñó que no tener nada y hacerse a uno mismo abierto y vacío, no dejar que nuestro ego se interponga, es el camino para alcanzar riqueza espiritual y fortaleza. (Obra citada, p.15). En otro libro (Del tener al ser, Paidos, 2000), Fromm dice que si bien el espectro de las cosas es muchísimo menor para el cazador primitivo que para el hombre cibernético, el espectro de la actividad humana no muestra semejante diferencia. En realidad, hay buenas razones para creer que el hombre primitivo hacía más y era más que el hombre industrial (p.115). Más adelante señala que los cazadores y recolectores:

“…manejaban pocas cosas hechas por el hombre, pero aplicaban muy activamente sus facultades de pensar, observar, imaginar, pintar y esculpir. Si quisiésemos expresar en términos cuantitativos la relación entre sus cosas y sus actos, podríamos afirmar (simbólicamente) que entre los pueblos más primitivos eran de una cosa por 100 acciones, mientras en el hombre moderno es de 100 cosas por una acción” (p.119).

Fromm introduce (pp. 132 y ss.) la distinción entre un modo de tener orientado al ser y un modo de tener orientado a la posesión. Señala que el ser humano no puede existir sin tener pero puede existir muy bien con un tener puramente funcional, que es como el ser humano existió durante los 40 mil años desde que apareció el Homo sapiens. Fromm distingue entre la propiedad funcional y la propiedad institucional. Mientras la primera es una necesidad real y existencial del ser humano, la segunda satisface una necesidad patológica. Concluye este libro:

“Con la orientación al tener, mi lema es: ‘Soy lo que tengo’. Superada esta orientación, el lema se vuelve: ‘Soy lo que estoy siendo’, o ‘Soy lo que hago (en el sentido de una actividad no enajenada)”. (p.153).

En la frase de Gandhi: Que el hombre sea siempre más grande que lo que hace, más precioso que lo que tiene, establece tres rasgos humanos: tener, hacer y ser, y ubica éste último como lo más valioso, al igual que Fromm. Marx, al que cita Fromm extensamente en los libros referidos, y en el que se basa ampliamente, pensaba que el ser humano rico no es el que tiene mucho sino el que necesita mucho. Agnes Heller (Hipótesis para una teoría marxista de los valores, Grijalbo, 1974, pp. 27-28) dice que Marx deriva todos los valores y todos los juicios de valor que acepta de dos axiomas axiológicos: 1) Es valor todo lo que contribuye al enriquecimiento de las fuerzas esenciales de la especie humana (necesidades y capacidades, según György Márkus en Marxismo y antropología, Grijalbo, 1973/1985); y 2) el valor supremo es la apropiación por los individuos de esa riqueza de la especie. Por ejemplo, continúa Heller, el núcleo de todas las críticas que Marx dirige a las sociedades basadas en comunidades naturales es que en ellas no es finalidad la riqueza (la comunidad natural persigue objetivos limitados), razón por la cual el individuo primitivo es mezquino. Algo similar podría decirse de las ideas de Gandhi citadas, con lo cual habríamos identificado la diferencia esencial entre ambos pensadores: necesidades estáticas vs. necesidades inevitablemente crecientes.

julioboltvinik.org

jbolt@colmex.mx

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